¡Cómo ha anublado, en su ira,
el Señor a la hija de Sióna!
Ha arrojado del cielo a la tierrab
la gloria de Israelc,
y no se ha acordado del estrado de sus piesd
en el día de su ira.
2 El Señor ha devorado, no ha perdonadoa
ninguna de las moradas de Jacob.
Ha derribado en su furor
las fortalezas de la hija de Judáb,
las ha echado por tierrac;
ha profanado al reino y a sus príncipesd.
3 Ha exterminado en el ardor de su ira
todas las fuerzas1a de Israel;
ha echado atrás su diestra
en presencia del enemigob;
y se ha encendido en Jacob como llamas de fuego
devorando todo en derredorc.
4 Ha entesado su arcoa como enemigo,
ha afirmado su diestra como adversario
y ha matado todo lo que era agradable a la vistab;
en la tienda de la hija de Sión
ha derramado su furor como fuegoc.
5 Se ha vuelto el Señor como enemigoa:
ha devorado a Israel,
ha devorado todos sus palacios,
ha destruido sus fortalezas
y ha multiplicado en la hija de Judáb
el lamento y el dueloc.
6 Y ha tratado con violencia a su tabernáculo1, como a cabaña de huerto;
ha destruido su lugar de reunión2a.
El Señor ha hecho olvidar en Sión
la fiesta solemne y el día de reposob,
y ha rechazado en el furor de su ira
al rey y al sacerdotec.
7 El Señor ha rechazado su altar,
ha despreciado su santuario;
ha entregado en manos del enemigoa
los muros de sus palaciosb.
Gritos se han dado en la casa del Señorc
como en día de fiesta solemne.
8 El Señor determinó1 destruir
la muralla de la hija de Sión;
ha extendido el cordel,
no ha retraído su mano de destruir2,
y ha hecho que se lamenten el antemuro y el muroa;
a una desfallecenb.
9 Se han hundido en la tierra sus puertasa,
Él ha destruido y quebrado sus cerrojos.
Su rey y sus príncipes están entre las naciones;
ya no hay leyb;
tampoco sus profetas hallan
visión del Señorc.
10 En tierra están sentadosa, en silenciob,
los ancianos de la hija de Sión.
Han echado polvo sobre sus cabezasc,
se han ceñido de ciliciod.
Han inclinado a tierra sus cabezas
las vírgenes de Jerusaléne.
11 Mis ojos se consumen por las lágrimas,
hierven mis entrañasa;
mi hiel1 se derrama por tierrab,
a causa de la destrucción2 de la hija de mi puebloc,
mientras niños y lactantes desfallecen
en las plazas de la ciudadd.
¿Dónde hay grano y vino?,
mientras desfallecen como heridos
en las plazas de la ciudada,
mientras exhalan su espíritu
en el regazo de sus madresb.
13 ¿Cómo he de amonestartea?
¿A qué te compararé,
hija de Jerusalén?
¿A qué te igualaré al consolarte,
virgen hija de Siónb?
Porque grande como el mar es tu ruina1,
¿quién te podrá sanarc?
14 Tus profetas tuvieron para ti
visiones falsas y neciasa,
y no manifestaron tu iniquidadb
para que regresaras de1 tu cautiverio,
sino que vieron para ti oráculos falsos y engañosos2c.
todos los que pasan por el camino;
silbana y mueven sus cabezas
contra la hija de Jerusalén, diciendo:
¿Es esta la ciudad de la cual decíanb:
«La perfección de la hermosurac,
el gozo de toda la tierrad»?
16 Han abierto contra ti su boca
todos tus enemigosa;
silban y rechinan los dientesb,
dicen: La hemos devoradoc.
Ciertamente este es el día que esperábamosd;
lo hemos alcanzado, lo hemos visto.
17 El Señor ha hecho lo que se propusoa,
ha cumplido su palabra
que había ordenado desde tiempos1 antiguos;
ha derribado sin perdonarb,
ha hecho que se alegre el enemigo sobre tic,
ha exaltado el poder2 de tus adversariosd.
18 Su corazón clamó al Señora:
Muralla de la hija de Siónb,
corran tus lágrimas como un río día y noche,
no te des reposo,
no tengan descanso tus ojos1c.
19 Levántate, da voces en la noche
al comenzar las vigiliasa;
derrama como agua tu corazón
ante la presencia del Señorb;
alza hacia Él tus manos1
por la vida de tus pequeños,
que desfallecen de hambrec
en las esquinas de todas las callesd.
¿a quién has tratado asía?
¿Habían de comer las mujeres el fruto de sus entrañasb,
a los pequeños criados con cariño?
¿Habían de ser muertos en el santuario del Señor
el sacerdote y el profetac?
21 Yacen por tierra en las calles
jóvenes y viejos;
mis vírgenes y mis mancebos
han caído a espadaa.
Has matado en el día de tu ira,
has hecho matanza, no has perdonadob.
22 Como en día de fiesta solemne convocaste
mis terrores de todas partesa;
y no hubo en el día de la ira del Señor
quien escaparab ni sobrevivierac.
A los que crié1 y mantuve,
mi enemigo los exterminó.
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