Fui entonces y lo escondí en Perat, tal como el SEÑOR me lo había ordenado.
Al cabo de muchos días, el SEÑOR me dijo: «Ve a Perat y busca el cinturón que te mandé a esconder allí.» Fui a Perat, cavé y saqué el cinturón del lugar donde lo había escondido, pero ya estaba podrido y no servía para nada.
Jeremiah 13:5–7