Si quieres ser un predicador original, deja que la verdad que enseñas esté tan asimilada que se haya convertido en parte de ti mismo. Mira el cielo y el infierno, el pecado y la santidad con tus propios ojos, escucha por ti mismo la voz de Dios, pídele a Dios que te revele su amor, su generosidad, la belleza de su carácter, y luego diles a los hombres estas cosas tal como se te aparecen. Baja al corazón de las cosas, ve por debajo de la superficie hasta los hechos que se esconden detrás de todas