En tiempos de aflicción solemos encontrarnos con las experiencias más dulces del amor de Dios. • Si renunciáramos gustosamente a los placeres de este mundo, estaríamos muy poco preocupados por nuestras aflicciones; lo que hace que un estado afligido resulte tan insoportable para muchos es que están demasiado enganchados a los placeres de esta vida, y por lo tanto no pueden soportar aquello que los separa de ellos.