y la teología deben marchar unidas de la mano en la experiencia bien equilibrada; pero en la práctica son separadas a veces, de manera que uno puede ser teólogo sin ser verdaderamente religioso, y por otra parte uno puede ser verdaderamente religioso sin poseer un conocimiento sistemático de las verdades doctrinales. “Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis” constituye el mensaje de Dios al teólogo. “Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene
Page 6