por su rebeldía. Los ángeles buenos se representan como las huestes de Dios, siempre dispuestos a obedecer su palabra. “Obedeciendo a la voz de su precepto” (Salmo 103:20). Los ángeles caídos forman el ejército de Satanás, las fuerzas de las tinieblas que luchan por destruir las obras de Dios. Cristo describe la siembra de la cizaña como la obra de un enemigo (Mateo 13:28), y en la Primera Epístola de Pedro se denomina a Satanás nuestro “adversario” (5:8). Tanto los ángeles santos como los caídos
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