I. En primer lugar, tenemos aquí UN EVANGELIO RECHAZADO. Uno podría haber esperado que cuando Dios envió Su Evangelio a los hombres, todos los hombres escucharían con mansedumbre, y recibirían sus verdades con humildad. Podríamos haber pensado que los ministros de Dios no debían sino proclamar que la vida es traída a la luz por el Evangelio, y que Cristo vino para salvar a los pecadores, y todo oído estaría atento, los ojos mirarían con fijeza, y cada corazón estaría abierto de par en par para recibir