Enredado con las emociones de querer tener éxito está el miedo al fracaso. Todavía siento ese temor. A veces me pregunto si una razón por la que aún estoy en Wooddale es mi temor de no ser capaz de repetir el éxito en otra iglesia. En última instancia, estoy convencido de que Wooddale es donde Dios me ha llamado a servir y francamente me entusiasmo por lo que él hace en esta congregación. Pero de forma periódica surge en mí cierto temor al fracaso. Por último, está el miedo a ser inadecuado. Aunque