Tercero, nos sentimos abrumados con los temas dominantes del día; nuestro mensaje, francamente, a veces parece irrelevante. El domingo posterior a la última elección gubernamental, prediqué un sermón sobre los cristianos y la política. El leccionario dictaba el tema: el intercambio entre los fariseos y Jesús acerca de la moneda del César. «Quiero decirles cómo votar en la próxima elección», dije. «Oh, es cierto. Acaban de votar. ¿No es algo típico de la iglesia? Siempre llegamos un poco tarde a la