Para decirlo de otra manera, es difícil robarle un dulce a un bebé, no porque nos acuse la conciencia sino porque es muy probable, en primer lugar, que el bebé nos dé lo que deseamos sin tener que robárselo. Los niños, en resumen, entran a este mundo con espíritus que son prácticamente insensibles a los espíritus nocivos de los demás. Esa es precisamente la característica que nosotros somos llamados a cultivar. Esta actitud de “no pensar mal” que define cómo es la perspectiva que el niño tiene del
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