Usted depende de Dios para su propia vida, pero a veces se necesita una terrible desgracia para expresar esa dependencia de usted y llevarlo al punto de lamentarse. Ese lamento es un grito de fe. Y así, Dios en su gracia lo invita a lamentarse, a traerle sus heridas y tristezas. Está bien que estas cosas le parezcan demasiado grandes; no hay una forma real de enfrentar el desastre y la tragedia por cuenta propia. Es importante no mantener estos problemas reprimidos dentro de nosotros mismos. Como