Dios nos grita en nuestras catástrofes privadas, ¿no? La pregunta es, ¿qué está diciendo? Y más al punto, ¿cómo responderemos? La desgracia privada o pública siempre llama a la fe: confianza puesta en Dios, a pesar de nuestras aprensiones. San Mateo registra que los discípulos de Jesús enfrentaron una prueba de su fe en el mar de Galilea. Mientras lo transportaban a través del lago, se produjo una violenta tormenta que amenazó con hundir su bote. Se sorprendieron al descubrir a su Señor profundamente