La historia en cuyo curso nos encontramos, tendrá una conclusión. No es un proceso interminable sino una historia genuina que termina en un objetivo concreto y que, por tanto, tiene unos límites. Igual que tuvo un comienzo, tendrá un final. Ese final vendrá en forma de crisis, y todo lo que tiene que ver con esta crisis pertenece a la “doctrina de las últimas cosas”.