“El Bautismo es un sacramento del Nuevo Testamento, instituido por Jesucristo, no para admitir solemnemente en la iglesia visible a la persona bautizada, sino también para que sea para ella una señal y un sello del pacto de gracia, de su injerto en Cristo, de su regeneración, de la remisión de sus pecados, y de su rendición a Dios por Jesucristo, para andar en novedad de vida. Este sacramento, por institución propia de Cristo debe continuarse en su Iglesia hasta el fin del mundo” (28.1). Quizá el