Cuando confesamos nuestra fe en la Trinidad, afirmamos que Dios es uno en esencia y tres en personas. De este modo, Dios es uno en A y tres en B. Si dijéramos que él es uno en esencia y tres en esencia, eso sería una contradicción. Si dijéramos que él es una persona en tres personas, también sería una contradicción. Pero con todo lo misteriosa que es la Trinidad, quizá aun por sobre y más allá de nuestra capacidad de comprenderla en su plenitud, la fórmula histórica no es una contradicción. Antes