La primera característica que debía reunir un apóstol era haber sido llamado personalmente por Jesús para dicha tarea. Aunado a esto, era necesario que el apóstol fuera testigo de la resurrección de Cristo y que sus palabras tuvieran el respaldo de señales y maravillas que validaran que efectivamente estos hombres hablaban en nombre de Dios. De esta manera la iglesia del primer siglo comenzó a coleccionar los escritos de estos hombres como Palabras de Dios hasta que al final del primer siglo, con