Cada cristiano debe manifestar todo el fruto del Espíritu, y mientras más crecemos en la gracia, mientras más progresamos en nuestra santificación, más bondadosos deberíamos ser, más pacientes deberíamos ser, más fieles deberíamos ser, y, desde luego, más gozosos deberíamos ser. En palabras simples, esto significa que la vida cristiana no debe estar marcada por la antipatía o una actitud amargada. Todos tenemos malos días, pero la característica básica de una personalidad cristiana es el gozo. Los