Lo que es claro es que las palabras que habla la serpiente demuestran que el diablo se opone a la voluntad de Dios y contradice la verdad de Dios. Otra cosa que queda clara de esta historia es la impotencia del diablo en comparación con Dios. Dios permite que Adán y Eva le hablen, pero no permite que la serpiente le hable una sola palabra a Él. El juicio que Dios emite contra la serpiente y su simiente es firme. Dios no maldice a Adán ni a Eva, pero declara que la serpiente será maldita. Génesis