Es como si Mateo quisiera anclar su historia en la sinagoga, en la herencia judía. No está escribiendo directamente al Imperio romano. En realidad no se trata de un desafío al culto imperial romano. Más bien es un impulso en el contexto de la sinagoga para mantener el argumento—promover el argumento—de que Jesús realmente es, en primer lugar, el cumplimiento de la promesa y el pacto abrámicos de que en él, en su descendencia, habría esta gran bendición para su pueblo y para todo el mundo; y en segundo