Para Arrio, el Hijo de Dios no era eterno sino creado por el Padre como instrumento para crear el mundo y, por lo tanto, no era Dios por naturaleza, sino una criatura que recibió la alta dignidad de Hijo de Dios ya que fue «engendrado», debido a que el Padre, en su preconocimiento, sabía de su condición de justo y de su fidelidad incondicional. La controversia surgió en una disputa entre Arrio y el obispo Alejandro de Alejandría. Históricamente, se reconoce a Atanasio de Alejandría como el principal