apertura básica y la posibilidad de extenderse hacia otras naciones (cf. Labuschagne 1975:9). Israel, sin embargo, no va a salir realmente a las naciones. Tampoco va a llamar expresamente a las naciones a la fe en Yahvé. Si vienen, es porque Dios las trae. Por lo tanto, si hay un misionero en el Antiguo Testamento, el misionero es Dios mismo, y su obra escatológica par excellence es traer a las naciones a Jerusalén para que lo adoren allí juntamente con el pueblo de su pacto. Sin embargo, las profecías
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