impone una obligación en el ministerio y en la iglesia de propagar el evangelio entre los paganos. La prueba de esta proposición es tan clara que pocos serán los comentarios necesarios para establecer el punto. Del tenor de este mandamiento resulta evidente que no estaba dirigida solo a los apóstoles sino también a sus sucesores en el ministerio, porque la obra aquí prescrita era demasiado grande como para ser completada por un número tan pequeño de obreros. Lo que podía hacerse por celo, diligencia