– La ley queda abrogada como dinámica de la santificación. Después de su justificación y redención, el creyente en Jesucristo debe caminar y crecer en una vida de santidad. En esto la ley puede tener cierta utilidad sirviéndole de orientación. Pero, mientras en el Antiguo Testamento los creyentes no tenían otra dinámica para la vida santa que no fuera su propio esfuerzo por guardar la ley, ahora la obra de santificación es eminentemente una labor del Espíritu Santo en el corazón del creyente.7 En
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