Aquellos que oyen la Palabra son responsables de “entenderla”. Es cierto que el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, pero debería; y que para él son “locura”, pero no debe ser así. Como se nos dice en 1 Corintios 8:2, “si alguno se imagina que sabe algo, aún no sabe nada como debe saberlo”. La comprensión de la Palabra sólo se obtiene de parte de Dios, y es responsabilidad de todos los que guardan y leen su Palabra clamar a él: “Enséñame tú lo que yo no veo” (Job 34:32).