Aquí, el corazón que recibe la semilla no es receptivo y tampoco responde. Es como la vía pública, endurecido por el tráfico constante del mundo. Aunque se dice que la Palabra es “sembrada en su corazón”, esta no encuentra un alojamiento real en él, y esto es lo que la hace tan solemne. La “palabra implantada” es aquella que es recibida “con mansedumbre”, y para ello debe hacerse a un lado “toda inmundicia y abundancia de malicia” (Sgo 1:21). Es en este punto que entra la responsabilidad del individuo,