glorificándose entre ellos, Dios es feliz. Infinita y profundamente feliz. ¿Alguna vez habías pensado en Dios de esta manera? Quizás no. No obstante, piensa en lo siguiente: si encuentras a alguien a quien adoras, alguien por quien harías lo que fuese y descubres que esa persona siente lo mismo por ti, ¿te hace sentir bien? ¡Es grandioso! Eso es lo que Dios ha estado disfrutando por toda la eternidad. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo derraman amor, gozo y adoración el uno sobre el otro, sirviéndose
Pages 28–29