Míralo de esta forma: de todas las cosas que alguna vez podrías estudiar o en las que reflexionar, nada podría ser posiblemente mayor que Dios. Por tanto, tu perspectiva de Él automáticamente tiene ramificaciones más trascendentales que ninguna otra cosa en tu sistema de creencias. Lo que pienses de Dios automáticamente influenciará tu modo de pensar sobre todo lo demás, especialmente cómo priorizas tus valores; cómo determinas lo bueno y lo malo; y lo que piensas de tu propio lugar en el universo.
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