años. Y podemos, sin duda, entender eso. Para desbaratar el evangelio y tratar de frustrar el plan de Dios, Satanás desató todo lo que tenía contra Jesucristo, desde los propios esfuerzos directos de Satanás para tentarle (Mateo 4.1–11; Lucas 22.40–46) hasta demonios que le confrontaron mientras fingían rendirle homenaje (Marcos 5.1–13); y todo lo demás entremedias, incluyendo la infiltración de Judas, el falso discípulo, a quien Satanás mismo influenció, moró en él, y capacitó para cometer el acto
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