Con tal idea de Dios, nada de lo que intenten ofrecer en el camino de la adoración o la obediencia puede tener ningún valor a su vista, porque no es a él a quien ellos adoran, sino que, el lugar de a él, al sueño y al producto de la imaginación de su propio corazón. Este procedimiento corrupto es admirablemente descrito por Pablo cuando dice que “pensando ser sabios, se hicieron necios” (Rom. 1:22). Anteriormente él había dicho que “se volvieron vanos en su imaginación”, pero para que nadie los suponga