La humildad es la única tierra en la que las bendiciones echan raíces; la falta de humildad, por su parte, es explicación suficiente para cada fallo y fracaso. La humildad no es tanto una gracia o virtud con los demás; sino que es la raíz de todo, porque por sí misma se toma la actitud correcta delante de Dios, y permite que Él, como Dios, lo haga todo. Dios nos ha constituido como seres razonables, así que cuanto más verdadera sea la comprensión de nuestra naturaleza real o de la necesidad absoluta