Su humildad le dio a la muerte de Cristo valor y de este modo se convirtió en nuestra redención. Y ahora la salvación que Él imparte no es nada menos ni nada más que un mensaje de Su propia vida y muerte, Su propia disposición y espíritu, Su propia humildad, como base principal de Su relación con Dios y Su obra redentora. Jesucristo tomó el lugar y cumplió el destino del hombre, como criatura, por medio de Su vida en perfecta humildad. Su humildad es nuestra salvación; y Su salvación es nuestra humildad.