En 1555 se firmó la Paz de Augsburgo, que consideró a los luteranos con iguales derechos que los católicos en sus territorios respectivos en Alemania y estableció el principio de que cada Estado tendría la religión que su príncipe eligiera, debiendo ser una con la exclusión de la otra. De esta manera, Alemania quedó dividida y la Iglesia también entre luteranos y católicos. La declaración cuius regio, eius religio (“cuya religión, su religión”) significó que la religión de cualquier territorio sería
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