el puritano John Owen del siglo XVII: “Mata el pecado o este te matará a ti”.2 Por lo tanto, cuando veo que la comparación quiere entrar en mi pensamiento para agitar la creatividad competitiva y ambición egoísta, tengo que entregársela con rapidez al Espíritu para que muera. “Señor”, susurro, “Odio esta lucha de mis comparaciones competitivas con otros siervos tuyos. Lo confieso como pecado y te pido, por el poder de tu Espíritu, que me ayudes a matarla. Gracias por tu gracia que me condena y luego