Tengo la sincera esperanza de que se elimine la barrera que hemos erigido en nuestros corazones entre lo “sagrado” y lo “secular”, para que despertemos —quizá por primera vez— a la realidad de que Jesús es el Señor de toda la creación, no solo de las cosas que consideramos sagradas, sino también de las que consideramos seculares. Para ello, en primer lugar, examinaremos los marcos teológicos para la comprensión de la cultura; en segundo lugar, estableceremos un relato bíblico y teológico de la cultura;