Santo, no sólo la salvación sino también aquellos dones que nos capacitan para el servicio. Estos dones nos pertenecen desde el momento mismo de nuestro nuevo nacimiento espiritual, para que podamos hacer nuestra contribución distintiva a la edificación del cuerpo de Cristo y cumplir con la misión que él nos ha encomendado. Fuimos salvados para servir al Señor. Los dones del Espíritu Santo nos capacitan para hacerlo mejor, conforme con su voluntad. En 1 Corintios 14:1,
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