Ahora consideremos los privilegios que el Maestro otorga a aquellos que se convierten en Sus discípulos. I. El establecimiento de las relaciones que hacen posible que Él enseñe y que nosotros seamos enseñados. Se debe considerar que el pecado y las acciones resultantes del mismo afectan nuestra capacidad para comprender la enseñanza. Cristo nunca se convierte en el maestro de aquellos que viven en pecado. El pecado como una transgresión real en el pasado, debe ser perdonado, y el pecado como el origen