Aparte de una precisión lingüistica exacta, la conexión bíblica entre Eva (heb. ḥawwāh) y «viviente» (heb. ḥayyāh) indica correctamente la riqueza del símbolo empleado (cf. Gn. 3:15). La creación de Eva desde la costilla de Adán (Gn. 2:21, 22) sugiere una unidad íntima entre el hombre y la mujer (Gn. 2:23). También enseña el deber de la mujer de someterse al hombre (1 Ti. 2:12, 13). Al ceder a la sugerencia del tentador, Eva virtualmente lo puso a él en el lugar de Dios y llegó a ser un instrumento
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