Es tal la profundidad de las Escrituras cristianas, que aun si yo tratara de estudiarlas y no estudiar ninguna otra cosa, desde mi temprana niñez hasta mi decrépita vejez, con la mayor tranquilidad, el celo más infatigable y los más grandes talentos que tenga, seguiría avanzando y descubriendo sus tesoros cada día. AGUSTÍN DE HIPONA13