fechas, frecuentemente diciendo que han descubierto la clave en las Escrituras, o que el Espíritu se la ha revelado. El hecho es que el propio Jesús nos dice que esto no es asunto de nuestra incumbencia. La dádiva del Espíritu no es para entender todos los misterios y toda la ciencia, sino para ser testigos. Tras darles estas instrucciones y esta promesa, Jesús los deja, al subir al cielo. Los discípulos se quedan pasmados mirando hacia arriba. Pero «dos varones con vestiduras blancas» (dos ángeles)
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