Cuando trató del conflicto entre las dos naturalezas dentro del creyente que tenía el apóstol, en el capítulo anterior, había hablado de sí mismo en su propia persona para mostrar que aún los logros más altos en la gracia no excluyen de la batalla interior que allí describe. Pero aquí en Romanos 8:1 el apóstol cambia el número. Él no dice, “no hay condenación para mí”, sino “para los que están en Cristo Jesús”. Esto fue muy clemente de parte del Espíritu Santo. Si aquí hubiera hablado el apóstol
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