El juez que sentencia al criminal a muerte no es culpable de asesinato, como tampoco es culpable de robo cuando condena al ladrón a pagar una multa. De lo contrario, no habría forma posible de mantener la justicia pública. Y el policía o el soldado que defienden a su país, como el juez que protege a la sociedad, no actúan por un motivo mezquino, para vengarse de un daño personal, sino por un motivo altruista, por el bien de la seguridad pública. Cumplen con su deber no como individuos, sino como