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Mal 2. El segundo mal al que la juventud está sometida es: a placeres y deleites carnales.9 “Alégrate, joven, en tu juventud, y tome placer tu corazón en los días de tu adolescencia; y anda en los caminos de tu corazón y en la vista de tus ojos” (Ec 11:9). El sabio, con una concesión irónica, le pide que se regocije… en pecado. ¿Estás decidido a seguir tus placeres?, sigue adelante entonces. Dice también a modo de amarga burla: “pero sabe, que sobre todas estas cosas te juzgará Dios”. De la misma forma Sansón “hizo allí banquete; porque así solían hacer los jóvenes” (Jueces 14:10). Los corazones de los jóvenes suelen estar muy dispuestos al placer. He leído acerca de un joven muy entregado a los placeres que, estando junto a San Ambrosio y viendo su excelente muerte, se dirigió a los jóvenes al rededor de él y dijo: “¡Ojalá viviera con ustedes y muriera con él!”.
Los placeres carnales son similares a esas langostas (Ap 9:7), en cuyas cabezas se dice que tenían como coronas de oro; en el versículo 10 se dice que tenían aguijones en sus colas.
Los placeres carnales son placeres aparentes,10 pero los dolores que los acompañan son verdaderos y reales. Aquel que se deleite en los placeres carnales, encontrará que sus mayores placeres se convertirán en sus dolores más amargos.
Los paganos miraron las partes posteriores del placer y vieron que se alejaba de ellos dejando una picadura por detrás.
Los placeres se van tan pronto como han acabado con el cuerpo; lo dejan como un racimo de uvas cuyo jugo ha sido extraído; eso le hace a uno decir: Nulla major voluptas, quam voluptatis fastidium: no veo mayor placer en este mundo que el desprecio del placer.
Juliano, siendo un apóstata, pensaba que los placeres del cuerpo estaban muy por debajo de un gran espíritu; y Tully dijo que no es digno del hombre qui unum diem velit esse en voluptate: que pase un día entero en sus placeres. Es mejor no desear los placeres que disfrutar de ellos. “A la risa dije: Enloqueces; y al placer: ¿De qué sirve esto?” (Ec 2:2). La pregunta presenta un desafío a todos los maestros de la alegría para producir cualquier fruto satisfactorio que ofrezca, si así les es posible.
Jerjes, cansado de todos los placeres existentes, prometió recompensas a quienes inventaran nuevos placeres; sin embargo, una vez inventados, permaneció insatisfecho. Así como una abeja vuela de flor en flor y no se satisface, y así como un hombre enfermo va de cama en cama, de asiento en asiento, de cuarto en cuarto buscando alivio sin encontrarlo; así los hombres entregados a los placeres carnales van de placer en placer sin encontrar satisfacción en ellos. “Nunca se sacia el ojo de ver, ni el oído de oír” (Ec 1:8). Hay una maldición de insatisfacción sobre cada criatura. Los honores no pueden satisfacer al hombre ambicioso, ni las riquezas al codicioso, ni los placeres al hombre carnal. El hombre no puede quitarse el desencanto producido por un placer con otro; después de unos pocos minutos gastados en los placeres, el cuerpo inmediatamente vence a la mente, y la mente al deseo, y el deseo a la satisfacción y, finalmente, a todo el hombre.
Los placeres son Junos en la búsqueda y nubes en el disfrute. El placer es una hermosa prostituta sentada en su carruaje, cuyas cuatro ruedas son el orgullo, la glotonería, la lujuria y la ociosidad. Los dos caballos son la prosperidad y la abundancia, los dos chóferes son la ociosidad y la confianza, sus acompañantes y seguidores son la culpa, el dolor, el arrepentimiento, si es que existe, la muerte y la ruina. Muchos grandes hombres, muchos hombres fuertes, muchos hombres ricos, muchos hombres llenos de esperanzas y muchos jóvenes, han encontrado el fin gracias a ella; pero nunca ninguno disfrutó de plena satisfacción y contentamiento en ella.11
¡Oh jóvenes! Eviten a esta ramera, y no vayan cerca de la puerta de su casa. Y en cuanto a los placeres lícitos, permítanme decir solo una cosa: es sabio solo tocarlos, conocerlos y ejercerlos, así como Mitrídates usó veneno para fortalecer sus extremidades y sus enfermedades ocasionales. Cuando Roger Ascham le preguntó a Jane Grey cómo podía deshacerse de tal afición, la duquesa con su padre, estando de cacería en el parque, sonriendo contestaron: “Toda la actividad en el parque no es más que una sombra del placer que encuentro en este libro” —teniendo un buen libro en la mano.12
Agustín, antes de su conversión, no podía decir cómo vivir sin esos placeres en los que se deleitaba, pero cuando su naturaleza fue cambiada, y su corazón se volvió –por gracia– al Señor dijo: “¡oh, cuán dulce es estar sin esas dulces delicias!”.
Jóvenes, una vez que lleguen a experimentar la bondad y dulzura que hay en el Señor, en su palabra y en sus caminos, entonces se sentarán y se afligirán por haber puesto más vino en la copa que aceite en la lámpara.
No hay placeres tan deleitosos, tan satisfactorios, tan encantadores, tan atractivos y tan duraderos como los que surgen de la unión y la comunión con Dios, como los que fluyen de un sentido de interés en Dios y de un caminar humilde y santo junto a Dios.
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About Manzanas de oro (Vol. II)“La palabra a su tiempo, ¡cuán buena es!” (1 Prv 15:23). Es a menudo como una “Manzana de oro con figuras de plata” (Prv 25:11). Hay en esta obra muchas palabras importantes para cualquiera, pero especialmente para los jóvenes que comienzan su caminar con el Señor. En palabras del propio Thomas Brooks (puritano del Siglo XIX): Hay muchas cosas en este tratado que son de utilidad para muchos, y varias cosas más que, de momento, no son todos los días predicadas ni leídas. Lo he hecho tan placentero como el tiempo me lo ha permitido, para que así, sea más provechoso al lector y para que pueda impactar mejor al joven por medio de esta obra santa; la cual es un punto alto de la sabiduría celestial, no habiendo más sabiduría que aquella para ganar almas, 2 Co 12:16; Prv 11:13. Es mi oración que este tratado sea tan bendecido por el cielo, como para que pueda ganar a algunos, edificar a otros, y hacer el bien a todos. Así podré descansar. |
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