El objetivo de la ley no es abolir el pecado, sino limitarlo. Podemos decirle a alguien que no supere el límite de velocidad o le multaremos. No podemos decirle que no desee sobrepasar el límite de velocidad o le multaremos, ya que ni siquiera sabemos lo que hay en su interior. Jesús va más allá de estas leyes, pero las leyes siguen siendo importantes. Algunas de las leyes nos dicen cosas que Dios se toma muy en serio, especialmente aquellas cuya infracción estaba castigada con la pena de muerte.