designó a la oración como el medio principal para la relación y bendición entre él y su pueblo; y (3) facilitó con mucha misericordia un modelo perfecto para que las oraciones de su pueblo sigan ese ejemplo. Observa la sabia instrucción que dan los teólogos de Westminster: “Toda la Palabra de Dios es útil para dirigirnos en la oración, pero la norma especial para nuestra dirección es aquella forma de oración que Cristo enseñó a sus discípulos, comúnmente llamada la oración del Señor” (El Catecismo