El incienso que se ofrecía en el tabernáculo y en el templo era un preparado a base de varias especias (Éx 30:34–35), y era esta fusión lo que hacía que este perfume fuera tan fragrante y refrescante. El incienso era un tipo de la intercesión de nuestro gran sumo sacerdote (Ap 8:3–4) y las oraciones de los creyentes (Mal 1:11). Como las especias, nuestra humillación, súplica y adoración deben combinarse proporcionalmente en nuestro acercamiento al trono de la gracia, no uno solo de estos elementos