Sin embargo, Abraham no permitió que sus emociones fueran el factor decisivo en su comportamiento. Entendía que el siervo de Dios es llamado a la obediencia, aun cuando no entiende lo que el Señor está haciendo ni el porqué de las circunstancias en las cuales se encuentra. Es, ante todo, en las palabras del apóstol Pablo, un «esclavo de la obediencia» (Ro 6.16). Note la abundancia de verbos en el versículo de hoy: se levantó, preparó, tomó, cortó, salió, y fue. Sin importar la magnitud de su angustia,