En primer lugar, las cualidades que son atractivas al Señor rara vez resultan atractivas a los hombres. En demasiadas ocasiones simplemente adaptamos los modelos del mundo a las necesidades de la iglesia. La Palabra, sin embargo, declara que «lo necio del mundo escogió Dios para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios para avergonzar a lo fuerte» (1 Co 1.27). En segundo lugar, existe algo más profundo que tiene que ver con la falta de visión que produce la excesiva cercanía a otras