Arminio presentó un escrito en el que nombraba cinco puntos doctrinales de los que él y sus amigos discrepaban o acerca de los cuales tenían dudas. Estos puntos eran esencialmente: el pecado original, la predestinación incondicional, la gracia irresistible en la conversión, la redención particular y la perseverancia de los santos. El resultado fue que el cuerpo legislativo convocó un concilio general de todas las iglesias presbiterianas, para estudiar de nuevo y resolver en forma definitiva estas