La gracia de Dios es la única fuente de santidad para las criaturas racionales; por tanto, quien, movido por esta obstinada hostilidad, se aparta de Dios, se está confinando a una muerte espiritual definitiva. Esta profana y arraigada obstinación, es el destructivo cáncer del alma. Un alma así puede, durante un tiempo, mostrarse aparentemente hermosa y atractiva, como el cuerpo de una persona joven afectada por un cáncer incipiente. Pero la enfermedad está extendiendo secretamente sus destructivas