Mi Señor, no tengo nada más que hacer en este mundo excepto buscarte y servirte. Ninguna otra cosa puedo hacer con el corazón y sus afectos excepto respirar tras de ti. Nada puedo hacer con mi lengua y mi pluma excepto hablarte a ti, y de ti, y publicar tu gloria y tu voluntad. ¿Qué otra cosa puedo hacer con mi reputación, mis intereses y mis amigos, excepto incrementar tu iglesia, y propagar tu santa verdad y servicio? ¿Qué otra cosa puedo hacer con el tiempo que me queda, aun estas últimas horas